jueves, 13 de mayo de 2010

“La terapia de la dislexia a través de sus fortalezas”


La dislexia, dificultad que impide aprender a leer a los niños normales intelectualmente y sin causa fisiológica evidente, ha sido conocida a través de publicaciones especializadas mediante la descripción de sus síntomas patognómicos. Por consiguiente omitir, invertir letras o sílabas al leer o redactar, presentar problemas de lectura y de escritura al dictado en una amplia gradiente de dificultades, que se manifiestan desde la imposibilidad de leer hasta la expresión de una lectura excesivamente lenta, incompleta y monótona, la cual afecta la comprensión del texto, o persistir notoriamente con errores ortográficos, por deficiente memoria visual o fonológica, son algunas de las variantes que presenta la combinación de dos dificultades básicas: dislexia - disortografía.
Con respecto a las matemáticas, también en esta asignatura escolar, se observan manifestaciones disléxicas que adquieren el nombre específico de discalculia. Es entonces que el alumno no comprende los planteos de problemas o enunciados aritméticos, así como de diversas operaciones básicas que hacen a los fundamentos de nuestro sistema de numeración decimal. Se llega al extremo, en muchos casos, de que el alumno no puede siquiera memorizar las tablas de multiplicar.
En el área motriz, el niño o joven puede manifestar torpeza o rigidez de movimientos, no logrando copiar un texto o realizarlo en forma legible. Esta dificultad se denomina disgrafía, y es de especial preocupación para el alumno porque generalmente se la subestima sin valorizar la frustración que implica para el alumno no poder presentar a su maestro un trabajo escrito prolijamente. Por ello erróneamente, muchos padres la consideran una dificultad menor, cuando en realidad es un síntoma más de una dificultad mas grave que se encuentra subyacente. Requiere también de una terapia especializada que reeduque la postura del niño y no solo su mano, porque escribimos con todo nuestro cuerpo. Como vemos no es solo un problema de "buena o mala caligrafía".

El mencionado síntoma puede encontrarse asociado en diversos grados de dificultad con la disgrafía, la acalculia (discalculia).Porque no se trata aquí de que un niño solamente aprenda a leer con elocuencia y correcta dicción, sino algo mucho más importante: el objetivo es que a través del conocimiento correcto de los códigos de su lenguaje lecto-escrito, y que sin duda comienza con la asociación impecable fonema-grafema, pueda propiciar el enriquecimiento de sus aspectos cognitivos y de su potencial intelectual a través de la comprensión lectora del texto. El conocimiento del código del lenguaje es la verdadera clave para comenzar a leer y convertirse en un lector independiente pudiendo leer cualquier palabra, aún las desconocidas. Si este primer paso no se realiza con pulcritud, el niño verá afectada también su calidad intelectual y su comprensión, pues como veremos el correcto dominio del lenguaje es la base de la rectitud de nuestro razonamiento. Y la construcción del lenguaje debe llevarse a cabo desde sus elementos más simples hasta sus elementos más complejos. Como un buen ingeniero que construye su edificio otorgándole cimientos seguros y bases sólidas. Por supuesto que los cimientos no son suficientes, luego viene lo demás, pero son indispensables, porque nuestro lenguaje lecto-escrito es predominantemente fonético-sílábico.

Del mismo modo, valga esta analogía, para comprender que la dislexia también posee fortalezas, no sabemos si por compensación de sus deficiencias, pero a las que debemos recurrir para acelerar las posibilidades de recuperación de quienes la padecen, porque si bien se trata de habilidades específicas, tampoco en sí mismas son suficientes debido a que permiten acceder al aprendizaje a través de una única vía, por lo tanto el niño también comprende parcialmente, la capacidad de representación imaginativa, que desarrollan los disléxicos, que se denomina pensamiento visual.

Nuestro pensamiento requiere de un soporte concreto, de un anclaje que le brindan los procesos psicofisiológicos de nuestra anatomía cerebral. El lenguaje oral es una superestructura que solo el hombre puede desarrollar a través de su potencia intelectual de índole superior, que le permite la comprensión de los símbolos abstractos del lenguaje.Pero en esta misteriosa síntesis que es el hombre de procesos intangibles y realidad concreta, se impone que la manipulación abstracta del lenguaje, se concrete de alguna forma con la realidad que vemos. Todos pensamos con palabras y con imágenes. El disléxico tiene suma dificultad para comprender las abstracciones verbales y entiende lo que ve y no accede a la palabra abstracta.

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